miércoles, 5 de junio de 2013

La isla barcelonesa

 
 
El Ayuntamiento barcelonés, que preside el señor Clos, ha
decidido que su urbe se convierta en una isla. Por el norte, sur, este y oeste, la bella Ciudad Condal está rodeada de un mar taurino. No es de sorprender que tal cosa ocurra por la parte que limita con la ‘bárbara y cruel’ España. Pero choca un tanto en lo que concierne a la parte de Navarra y el País Vasco.
 
 
Claro que en esos lares norteños casi todos sus toreros han sido ‘maketos infitrados’, como ocurre, por ejemplo, con Castor Jaurreguibeitia Ibarra, Cocherito de Bilbao, con apellidos muy ‘ajenos’ a la realidad vasca.
 
 
Y lo más sorprendente es que la otrora dulce Francia se haya convertido en una ‘saboteadora de la cultura’ con sus largas ferias de Arles, de Nimes, de Floirac, de Mont de Marsan.
 
 
Todo el ‘medidodia’ galo presenciando corridas de toros y con protagonistas como Castella o Loré, y un largo etcétera, que se miran en el espejo del ‘neo converso’ Nimeño II.
 
 
¡Que eso es lo que pasa, un grupo de ‘bárbaros’ contagiados por los españoles! Un grupo de ‘neo conversos’ desde hace 180 años… Desde entonces se celebran corridas de toros en las antiguas Galias.
 
Así que Barcelona, (una ciudad en donde mostraron su quehacer en la Monumental gente tan ‘poco catalana’ como Joaquín Bernardo o Mario Cabré) no es que sea una ciudad antitaurina.
 
 
Es una ciudad aislada. Y los aislamientos llevan a la diferencia. Y la diferencia, a la desconfianza (propia y ajena).
 
 
Pero todo lo da por bien empleado aquel Ayuntamiento si expulsa del entorno cultura barcelonés a personajes tan ‘españolistas’, ‘grotescos’ y ‘decadentes’ como Picasso, Goya, Hemingway, Orson Welles, Lake Price, Víctor Adam, Edward Orme… por citar solo unos cuantos de ‘desarrapados’ amantes del ‘degenerado espectáculo’. Pues con su pan (con tomate) se lo coman.
 
 
Lo que es yo, no pienso catar a partir de ahora ni una butifarra ni un ‘espetec’. Y no por hacer el boicot a los productos catalanes, sino por que entiendo que el Ayuntamiento barcelonés también prohibirá el ‘asesinato’ de tantos miles de cerdos con los que se fabrica, por ejemplo, el salchichón de Vich. Si no se puede actuar en la Monumental como matador de toros bravos tampoco se podrá actuar en el matadero como matador de cerdos mansos. O todos o ninguno. En caso contrario corren el riesgo de una rebelión en la granja.
 

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