jueves, 6 de junio de 2013

Michiko la cantaora


Juan Miguel Ramírez Sarabia. "Chano Lobato"

Conocí a Juan Miguel Ramírez Sarabia en la década de los noventa. Fue en Cádiz, su ciudad natal y tras una gran actuación del último gran intérprete de los cantes de Cádiz en el auditorio del Parque Genovés, que ya no recuerdo ni como se llama por la de veces que le han cambiado de nombre. Por entonces creo que era el auditorio José María Permán.

Los más avispados ya saben que me estoy refiriendo a Chano Lobato, nombre artístico de Juan Miguel Ramírez.

En aquella ocasión me presenté a Chano al que con su permiso entrevisté. Desde entonces mantuve algún contacto con el artista nacido en el flamenquísimo barrio de Santa María.

Chano Lobato, fallecido en su casa de Sevilla en el año 2009, era un genial cantaor pero también tenía el don de la palabra. Sabía contar como nadie anécdotas y "cosillas curiosas" como él decía. Oirlo contar "sus cosas" era un sabroso recreo.

Recuerdo una de sus historias más celebradas. Chano por aquellas fechas viajaba con cierta frecuencia a Japón donde el flamenco ganaba enteros cada dia. En la ocasión que nos ocupa fue contratado por un bailaó japonés que pagaba muy bien. Por eso acudió Chano, aunque ya no cantaba "por detrás" sino que era una reconocida figura. Pero los yenes que soltaba aquel bailaó del sol naciente lo convencieron para acompañarlo.

"Y eso que el gachó aquel, de bailaó, mu poco...Eso si... ¡daba ca patá al suelo!...definió Chano al artista nipón

Un dia se le acercó Michiko la cantaora, una de las estrellas de aquel cuadro flamenco nipón. Michiko compartía cartel con Chano al que respetaba y casi adoraba. Para la artista nipona Chano Lobato era el no va más del cante. Con cierta timidez le dijo al maestro que le quería consultar una cosa.

- Lo que quieras niña, faltaría mas. Tu dirás... - le respondió amablemente el cantaor gaditano.

Y la japonesa, en su más que discreto español le soltó: "Maestro Chano, me gustaría que me oyera en el cante por calamares y me diera su opinión"....
 
 

- Si, -respondió Chano- Sin problemas niña...Pero te has confundido. Tu te refieres al cante por caracoles...

- No maestro Chano. Yo quiero que me escuche en el cante por calamares...

-Pero vamos a ver chiquilla... ¡Que no hay ese cante, joé!...Insisto, tu quieres decir caracoles...Cante por caracoles...

Y el Chano entonó los caracoles que la japonesa escuchó con deleite.

- ¿No ves?. Este es el cante que tu quieres que yo te oiga. Lo calamares son para freírlos y tomárselos con una servecita, ¡so despistá!...

- ¡Que voz tiene usted maestro! - dijo MIchiko- pero ese no es el cante que yo digo... Eso que usted ha cantado son caracoles...

- Pues claro, caracoles. ¡Ahora canta tú!... Que yo te oigo y te digo lo que me parese...

-Pero es que- insistió Michiko- yo quiero cantar por calamares...

- ¡Joé con la niña y sus trese!...Bueno está, entónate y vamo a vé que cante por calamares es ese, Michiko de mi arma....

Y Michiko tosió un par de veces, se acompasó las palmas y entonó:

- "Que te quiero yo, que te quiero yo mas calamares que me parió"....

Michiko todavía se pregunta porqué el maestro gaditano soltó aquella carcajada y se marchó llorando de risa cuando ella no había hecho más que empezar su cante por calamares...



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