![]() |
Juan Miguel Ramírez Sarabia. "Chano Lobato" |
Conocí a Juan Miguel
Ramírez Sarabia en la década de los noventa. Fue en Cádiz, su
ciudad natal y tras una gran actuación del último gran intérprete
de los cantes de Cádiz en el auditorio del Parque Genovés, que ya
no recuerdo ni como se llama por la de veces que le han cambiado de
nombre. Por entonces creo que era el auditorio José María Permán.
Los más avispados ya
saben que me estoy refiriendo a Chano Lobato, nombre artístico de
Juan Miguel Ramírez.
En aquella ocasión me
presenté a Chano al que con su permiso entrevisté. Desde entonces
mantuve algún contacto con el artista nacido en el flamenquísimo
barrio de Santa María.
Chano Lobato, fallecido
en su casa de Sevilla en el año 2009, era un genial cantaor pero
también tenía el don de la palabra. Sabía contar como nadie
anécdotas y "cosillas curiosas" como él decía. Oirlo
contar "sus cosas" era un sabroso recreo.
Recuerdo
una de sus historias más celebradas. Chano por aquellas fechas
viajaba con cierta frecuencia a Japón donde el flamenco ganaba
enteros cada dia. En la ocasión que nos ocupa fue contratado por un
bailaó japonés que
pagaba muy bien. Por eso acudió Chano, aunque ya no cantaba "por
detrás" sino que era una reconocida figura. Pero los yenes que
soltaba aquel bailaó
del sol naciente lo convencieron para acompañarlo.
"Y eso que el
gachó aquel, de bailaó, mu poco...Eso si... ¡daba ca patá al
suelo!...definió Chano al artista nipón
Un dia
se le acercó Michiko la cantaora,
una de las estrellas de aquel cuadro flamenco nipón. Michiko
compartía cartel con Chano al que respetaba y casi adoraba. Para la
artista nipona Chano Lobato era el no va más del cante. Con cierta
timidez le dijo al maestro que le quería consultar una cosa.
- Lo que quieras niña,
faltaría mas. Tu dirás... - le respondió amablemente el cantaor
gaditano.
Y la
japonesa, en su más que discreto español le soltó: "Maestro
Chano, me gustaría que me oyera en el cante por calamares
y me diera su opinión"....
- Si, -respondió Chano-
Sin problemas niña...Pero te has confundido. Tu te refieres al cante
por caracoles...
- No
maestro Chano. Yo quiero que me escuche en el cante por calamares...
-Pero vamos a ver
chiquilla... ¡Que no hay ese cante, joé!...Insisto, tu quieres
decir caracoles...Cante por caracoles...
Y el Chano entonó los
caracoles que la japonesa escuchó con deleite.
- ¿No ves?. Este es el
cante que tu quieres que yo te oiga. Lo calamares son para freírlos
y tomárselos con una servecita, ¡so despistá!...
- ¡Que voz tiene usted
maestro! - dijo MIchiko- pero ese no es el cante que yo digo... Eso
que usted ha cantado son caracoles...
- Pues claro, caracoles.
¡Ahora canta tú!... Que yo te oigo y te digo lo que me parese...
-Pero es
que- insistió Michiko- yo quiero cantar por calamares...
- ¡Joé
con la niña y sus trese!...Bueno está, entónate y vamo a vé que
cante por calamares es
ese, Michiko de mi arma....
Y Michiko tosió un par
de veces, se acompasó las palmas y entonó:
- "Que
te quiero yo, que te quiero yo mas calamares que me parió"....
Michiko
todavía se pregunta porqué el maestro gaditano soltó aquella
carcajada y se marchó llorando de risa cuando ella no había hecho
más que empezar su cante por calamares...
más calamares que me ha parío! mu bueno!!!
ResponderEliminarOlé la gracia de Cadiz, don Enrique.
ResponderEliminar